En tiempos del papa sirio by Jesús Sánchez Adalid

En tiempos del papa sirio by Jesús Sánchez Adalid

autor:Jesús Sánchez Adalid [Sánchez Adalid, Jesús]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Histórico
editor: ePubLibre
publicado: 2016-10-23T04:00:00+00:00


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Quién hubiera podido dormir? A mi cabeza retornaban tantas cosas… Hasta entonces, no había vuelto a detenerme a recordar las enseñanzas del anciano monje Thoma del monasterio de Maalula. Tal vez porque mi espíritu no estaba en sazón suficiente para asimilarlas. Pero ahora toda aquella sabiduría empezaba a adquirir sentido. Las antigüedades cristianas, las vicisitudes de nuestros antepasados y el ocaso infausto de toda una sublime cultura regresaban para dar vueltas en mi mente durante las horas que debían haber correspondido al sueño. Así que, durante toda la noche, estuve en vela, rememorando.

El cuarto año del reinado del emperador Heraclio, los persas sasánidas conquistaron Siria y Palestina, tomaron Jerusalén, destruyeron el Sagrado Sepulcro y sustrajeron la «Vera Cruz» del Señor, que se llevaron consigo a Ctesifonte. Luego ocuparon Egipto y Libia. La cristiandad quedó conmocionada. Heraclio se enfrentó a ellos en Thracian Heraclea, pero fue derrotado y por poco se libró de caer prisionero, huyendo perseguido a Constantinopla. Pero, en la primavera del duodécimo año de su reinado, el emperador partió de nuevo con sus ejércitos y venció al rey Corsoeres de los persas, que dominaba la Gran Siria con crueldad desde hacía una década. Heraclio se llenó de orgullo y se arrogó el antiguo título persa de Rey de Reyes, y más tarde, el de Basileus, la palabra griega que designa al «soberano». Nadie sabe por qué prefirió este título por encima de otros anteriores, como el de Augusto, que le pertenecía como emperador romano. También adoptó el griego como lengua administrativa, por encima del latín. A partir de entonces, Bizancio adquirió un claro carácter helénico.

La derrota de los persas supuso el final de una guerra que había durado casi ocho largos siglos, desde que Alejandro Magno conquistara el imperio de Darío. Por eso Heraclio volvió como un héroe y entró triunfante en Constantinopla. Dos años más tarde, restituyó la Vera Cruz a Jerusalén, siendo recibido en una majestuosa ceremonia en las puertas de la ciudad santa, llevando la reliquia él mismo, a caballo y en sus propias manos. La noticia alegró a toda la cristiandad.

Los ismaelitas de Arabia también recibieron la noticia con alegría, no solo porque suponía la derrota de los idólatras, sino por el cumplimiento de una profecía hecha en el Corán por Mahoma. La predicción reza así:



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